martes, 4 de noviembre de 2008

Luis Paniagua


[sobre el autor]

(San Pablo Pejo, Guanajuato). Poeta y ensayista. Estudió letras en la UNAM. Ha sido galardonado en los cértamenes "José Emilio Pacheco" (2000) y "Punto de Partida" (2004), ambos en el área de poesía. Ha sido incluido en las antologías Crimen confeso (Daga, 2003); Un orbe más ancho. Cuarenta poetas jóvenes de México (Punto de partida-UNAM, 2005); Los mejores poemas mexicanos (Joaquín Mortiz-FLM, 2006), y La luz que va dando nombre. Veinte años de poesía última en México: 1965-1985 (Secretaría de Cultura de Puebla, 2007). Es coautor de los libros colectivos Espacio en disidencia (Praxis-Velamen, 2005) y Al frío de los cuatro vientos (Instituto Mexiquense de Cultura, 2006).


[poética (fragmento)]

La poesía es para mí revelación, develación, traducción. Revelación de las cosas de la naturaleza en instantes justos, “cuando se está a la escucha como nunca”, diría Fabio Morábito. Es encontrarse de pronto con una configuración distinta del mundo (pero paradójicamente se ha estado trabajando, en poemas anteriores, en correcciones de poemas anteriores, el hallazgo de ese instante), de la vida. Tal vez al corregir, al leer, sólo se afine la mirada, se aguze el oído; tal vez se trabaje para ser un mejor receptor de ese instante en que la vida tiene correspondencia exacta con el mundo y todo lo que le circunda, sea esto doloroso o feliz. Por tanto, para mí la poesía es revelación.

(Publicado originalmente en Las Elecciones Afectivas México)



[selección de textos]

El equilibrista ebrio (fragmentos) *

1

[...]La borrachera se le escurre por los ojos,
por los dedos, por los gestos,
se desliza con gritos que conforman la ausencia.

Con la borrachera en todo el cuerpo
piensa en consumar el acto principal del circo.
De pie, con los ojos fijos
en el cable que inventa
se ciñe el traje de tela y equilibrio.


2

[...]Nada detendrá el avance de los astros,
las mentiras y los sueños
seguirán cayendo, empujados por la misma mano
que tuerce los caminos;
seguirán cayendo
como hojas y como frutos.
Todo habrá de caer a su debido tiempo.


3

[...]Vencido,
.......caído en un abismo
más profundo que los metros
que lo separan del suelo
y de la vida
.......acepta la ovación
levanta la cara
y camina vencido.


4

Con la mirada quebradiza
fija
(al fondo de un abismo
que todavía no tocas
pero que ya has alcanzado)
dibujas en el espejo el festín de los relámpagos
inmensa quietud que te palpa
en la quietud de un cuarto deshabitado.
Pasan, como por un sueño,
tus dedos magros en un papel:
la caída de un hombre,
ese instinto de pasar
por las galerías rotas de los años.


6

[...]El único vértigo es el de la sangre
atropellándose en las venas


Las habitaciones de abril (fragmentos)**

1

Es el calor una espuma rijosa, lengua de la noche emboscada en su pedestal salitroso.

Apagadas vértebras del cielo, las apenas estrellas.

Él y el equipaje como brazo derecho; Ella cansada, mientras las niñas de sus ojos sueltan en la atmósfera pesada sus palomas rotas.

En el primer hotel hallado, la piel arde su Troya.


2

La carne es una hoguera elástica.

Inventario de flexibilidades, de vapores certeros, de pelos escondidos, es el cuerpo amado y perseguido a lo largo de los kilómetros de cuerpo que se extienden en la cama.

La muralla de piedra del malecón.

Las aguas golpeteando rítmicamente.


6

El fuego está de incógnito. El aire finalmente ha perdido la sangre. La tierra es un tránsito inefable. El agua tensa las cuerdas en su secreta avanzada. La garganta rompe en sonido que un beso apaga... encenizado.


7

Es negra la voz de la luna pero, aun así, canta.


16

De pronto se intuye que es el mar la palabra contenida de las aguas, el acertijo cuya respuesta es todo (el verdadero enigma es la pregunta: ¿Qué quiere, el mar, que le digamos?).


17

Conforme avanza la tarde, Ella queda un poco más desnuda. El cielo ruboriza su más secreto rostro. Pasa volando la palabra gaviota y Él siente su aleteo.

Vienen pequeñas migraciones, territorios de carne enfebrecida.


26

Ella duerme. Sueña un mar debajo de sus párpados. Él sabe que su sueño predica ya el naufragio.


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*De "Frente al vértigo", en Crimen confeso, Antología poética. Daga Editores; México: 2003. 102 p.
** De "(Las habitaciones de abril)", en Los pasos del visitante, Ediciones Punto de Partida-UNAM; México: 2007.

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