
bio-bilbiografía
(Acapulco, Guerrero, 1979). Promotor cultural y escritor. Estudió la maestría en Ciencias de la Educación y realizó estudios en la Escuela de Escritores de la SOGEM. Ha publicado en las revistas La Cuiria, El Universo del Búho, Atrás de la Raya, Revolución y en la revista electrónica de literatura Círculo de poesía. Ha colaborado en los periódicos La Jornada Guerrero y Novedades de Acapulco. Está incluido en la antología Cuentos y Poemas triunfadores del certamen María Luisa Ocampo (2008), El color de la blancura (2000). Coautor del libro de cuentos Acapulco en su tinta (2004). Autor del libro de poesía Azul como su nombre (2006). Premio Estatal de Poesía María Luisa Ocampo 2008. Ha ganado en dos ocasiones la beca del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Guerrero cuento 2006 y poesía 2008. Obtuvo mención especial en el Primer Concurso de Cuento Corto Acapulco en su tinta 2004.
Poética
Hacer poesía va más allá de todo acto simple y llano, esta es una de las razones por la que tal vez escribo, no lo sé aún del todo; por las que intento develar al otro o a mí mismo, o mínimo buscarme, la poesía finalmente es el camino. Escribir es saber que algo innegable se mueve en uno, algo distinto al quehacer cotidiano y saber que sos distinto ya es ganancia, aunque solamente lo disfrute yo.
Poemas
De mañana en ocho
Para Jamel
(siete)
Están cayendo días
en racimos podridos, calcinados de uno en uno
por el relámpago en el ojo del hombre,
y ningún circundante se atreve a recogerlos.
Cae uno sobre otro
alguien los pisa y cuando menos se espera
se arrugan al tacto
(el corazón es como un fruto de árbol).
Están cayendo días
y ni yo me detengo a levantar las horas pretéritas,
el alado amanecer
cae el lunes como un prisma de la semana.
Nada controla esta madurez aprisa
cae la manzana en la podredumbre
la sonrisa de un niño cae
como si nada la sangre,
descascara el viento, a trompicones.
Están cayendo días
y no se puede dejar de sacudir el tiempo
como si árbol fuera.
Están cayendo días
en racimos podridos, calcinados de uno en uno
por el relámpago en el ojo del hombre,
y ningún circundante se atreve a recogerlos.
Cae uno sobre otro
alguien los pisa y cuando menos se espera
se arrugan al tacto
(el corazón es como un fruto de árbol).
Están cayendo días
y ni yo me detengo a levantar las horas pretéritas,
el alado amanecer
cae el lunes como un prisma de la semana.
Nada controla esta madurez aprisa
cae la manzana en la podredumbre
la sonrisa de un niño cae
como si nada la sangre,
descascara el viento, a trompicones.
Están cayendo días
y no se puede dejar de sacudir el tiempo
como si árbol fuera.
El corazón en la raya
Desabrigados los pasajeros
meramente a disgustos, gritan atónitos.
Al volante de esta discoteca móvil existen paranoicos
adueñándose de las calles.
Repentinamente el cuerpo es vapuleado
como címbalo en el vendaval.
Los enamorados pierden la distancia
y las paradas de autobús
son trampolines para el cachondeo.
Mientras guardo parsimonia
trepan cirqueros en las puertas;
los policías son maniquíes dentro de las vidrieras.
He aquí un viso muy corto, pero, insisto,
el viaje es animalesco:
esto es sólo el tanteo de un episodio.
3 comentarios:
wooooo...... I like. I think the same on doing poetry, thanks for this space, it is very interesting.
Gracias y felicidades Fernando, en poco tiempo el espacio ha crecido mucho. Haber cuando volvemos a coincidir, todavía recuerdo aquel juego de billar en el que Balam nos hizo, literalmente pedazos.
El gusto es mío querido Toño. Va a queré un día de estos. Abrazos.
Publicar un comentario