domingo, 3 de mayo de 2009

alejandría / Los desheredados de la gloria


Juan Manuel M. López, Los desheredados de la gloria,
Cuarto Creciente Poesía (Ed. Praxis); Año II, núm. 11, Octubre/Noviembre;
México: 1991. 20 p
.


[acotación / pie de página]

En Tuxtla suele no haber mucho, es decir, casi nada, por no decir nada de nada. Entre esa nada se hace presente una revolución de cables, pavimento, tendajones y negocios a lo largo de la avenida principal, que le dan esa particular aridez de la que casi cualquier forastero habla pestes: así es Tuxtla, punto de confluencia obligatoria para los viajeros. Punto.

Lejos de esta nota que busca ser crítica a expensas del lugar donde resido, una de las cosas raras son las librerías (y que quedan muy pocas). Cierta vez, en ocasión de la quiebra de una vieja librería local, gran parte del material que conservaba se vendió a precio de remate, y fue todo un festín para aquellos lectores (entre los cuales me incluyo) que ven en las ofertas no mayor cosa que la de sacar el traje de buitre, afilar la vista y el pico y luchar por conseguir un ejemplar en buen estado y barato en lo absoluto. Vaya con los hombres cuya condición aquí se ve descrita: en este rubro del consumo, es vasta la galería de bibliófilos que subyacen en diversos escondrijos.

Y bien, de entre las ruinas de aquel festín, logré encontrar joyas como la poesía completa de François Villon, varias antologías de cuento y otras sabrosuras literarias. Pero una maltratada plaquette llamó mi atención, misma que me lleva a invertir un poco de mi tiempo en estas jornadas de auténtico sabor decameroniano, a inicios de mayo de 2009: Los desheredados de la gloria, de Juan Manuel M. López.

Buceando en GOOOOOOOOOgle, no di con mayor pista del autor, probablemente atareado en asuntos varios menos de carácter literario, poco interesado en lo que fuera su quizá pasajera obra poética; en ciernes, pude constatar ciertos hallazgos que en particular resultan interesantes: establecer un diálogo abierto y sin tapujos con determinados contextos de la urbe, y el tratamiento del lenguaje a partir del reconocimiento de dichos ambientes.

Vaya con el crítico de clóset que grita en mi interior. Cuelgo aquí los fragmentos de M. López para dejar constancia de ese hombre del que quizá nada sepa con certeza, a quien quisiera decirle que dejó una clara impresión en mis lecturas.

Es por ello que acudo a este espacio y le ofrezco unos momentos, para releerlo, redescubrirlo y compartirlo con quien lo desee.


[sobre el autor]

Juan Manuel M. Lopez (1964) nació en la ciudad de México, Distrito Federal. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha publicado en la revista La rosa naútica y en el suplemento cultural de El Sol de México.


[nota introductoria]

La de Juan Manuel M. Lopez pareciera una poesía de bajos fondos: nos lleva a los ambientes de cantinas, de ebrios consuetudinarios, pero es mucho más que estos dos simples lugares comunes: es la sensibilidad de un poeta que dibuja con versos ese reptar frío de quienes buscan su propio mundo.

Hay también una búsqueda interna, un sentimiento de vacío que lleva al que escribe a buscarse a sí mismo en los demás, a mirarse en los demás.

En los poemas en que Juan Manuel se deja llevar completamente de la mano de la poesia, alcanza una inmensidad que hace detenerse al lector, lo oblige a la relectura.

A lo largo de todo el material de este número, se deja sentir una intencionada asonancia con Jaime Sabines; incluso uno de los poemas está escrito para el bardo chiapaneco.

Los desheredados de la gloria es poesía joven que se desnuda ante el lector, que desnuda al lector.


Dante Salgado / Pablo Casas / Andrés Webster


[selección de textos]

fragmentos

***
Confieso que he bebido en pulquerías,
en los rincones sórdidos de brujas,
antros de mala cerveza y en el mar,
donde los peces, tarde o temprano,
se ahogan en sus propias lágrimas.

***
Sácate los ojos, Jaime,
y llora con los dientes.

***
El cielo se abre en grietas luminosas, silenciosas.

Las voces procrean candela. Se queman insultos.
Mamá, has perdido la pavesa de tu cuarto hijo, inflamado.


***
A María Luisa, mi partera

Yo nací en una casa de cartón
polvorienta
lejos del mundo
en un arrabal de sombras
entre moscas y arañas
y ratas que muerden los dedos
de los pies de los niños
haciéndoles agua la sangre

El sol sostenido brillaba
en la voz flaca de mi madre
que pagaba con gallinas
los honorarios de la rinconera María Luisa
mientras abrazaba con ternura a su niñito


***
Los desheredados de la gloria

-Oiga compadre, usté sabe qué es la gloria.
-¿La Gloria? Pos... La Gloria es la pulquería
de a la vuelta de mi casa.



Los desheredados de la gloria
se suicidan orugamente en tragos cortos con alcohol del 96
mezclado con agua mineral bien fría en tiempos calurosos
y en invierno con tecitos de canela
para calentar el alma helada
Dicen que el alcohol desinfecta y cura las heridas
y los desheredados cicatrizan las que traen en el alma
con curados de melón o de avena o de ajodido

Los desheredados de la gloria
son los que tiran la cuerda al vaso sin fondo
los que dejan vacíos sin que nadie lo note
porque no tienen a nadie
por eso hablan como locos
con las piedras y los puentes y los árboles
/y las nubes y la luna

El alcohol tiene mas devotos que Dios
hay más cantinas y tiendas de licores
que iglesias en el mundo
pues el vino —dicen—
es la transustanciacion de la sangre del Verbo Encarnado
y estos bienaventurados beben la divinidad rasposa
sin exhalar una sola mueca
Son los que levantan olas en las botellas de tequila

beben
beben la muerte en cada sorbo
ven hormigas gigantes y cucarachas leprosas
y perciben la eternidad en el séptimo trago
libres de sí mismos y de este mundo que no es de ellos
cultivan su propio jardin con sus visiones místicas

Los desheredados de la gloria
cavan su propio destino con su anforita bajo el brazo
destino maldito que les dice
"beban beban que el mundo se va a acabar”
y viven muriendo del mal bueno
al padecer el complejo de zapateros lacustres
Los desheredados de la gloria
no viven
desviven cada noche


***
Arturo canta y toca la guitarra

El bien consistía en que los hombres
llorasen, estremecidos de su propio
corazón. Que lo tomaran para ver
cómo era, de animal, de furia
desconsolado
.


JOSÉ REVUELTAS, El luto humano


Arturo toca su guitarra a la orilla del Lago,
hasta que las cuerdas revientan,
hasta que un pájaro canta perdido en el bosque,
hasta que la luna da a luz a su conejito mítico,
hasta que un nudo de tristeza aprieta en su garganta.

Arturo canta a los que no lavan
/sus almas negras de maldiciones,
esos que han sepultado sus sueños
/en las vaginas de las putas,
estas lindas Monarcas que vuelan de colchón en colchón,
tristes mujeres que se ganan el pan todas las noches
con el sudor de sus sexos.

Canta a los que beben café con ron
en Los candiles de la soledad,
lo mismo que a esos mazacotes con barrigas de renacuajos
que salen contentos de Los Infiernos,
esos que se apegan al tequila y al mezcal
como pulgas a la sangre.

Arturo canta a esas criaturas huérfanas
que han dejado de ser niños a los siete,
expósitos de Dios que inhalan el cemento de la felicidad
y dejan embarradas sus almas
en las paredes baldías de una ciudad mezquina
como moscas en la mierda;
y a los otros, esos que se ven viboritas rojas en los ojos
frente al espejo de sus alucinaciones.

Canta a los que les castañea el alma de frío,
a los que no tienen perro que les ladre
/ni madre que los bendiga,
a los que buscan siempre a Dios
/sin encontrar nunca su mano,
a los que se acurrucan en sí mismos
/como cochinillas en su miedo.
A los que han vendido su palabra
(prostituyendo a su corazén)
en los mercados académicos.
A las almas que mueren por inanición de amor
antes que los cuerpos se pudran;
sí, a esos que se sienten putrefactos
/sin pudrirse aún.

Arturo canta y toca su guitarra
con la frescura de un sapo bañándose en el limo
hasta que un arrullo líquido lo sorprende
a la orilla de la noche.

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