miércoles, 25 de febrero de 2009

alejandría / Antología de poesía brasileña contemporánea (1967)

INTRODUCCIÓN (fragmento)

El Brasil tiene una literatura con tradición propia, cuerpo y densidad. A nuestros ojos, su principal característica es la absoluta falta de relación que existe entre ella y la literatura hispanoamericana; lo que no es debido, como se podría creer, apenas a la barrera del idioma —aunque todo brasileño culto lea español (ya que inclusive ahora, el volumen de traducciones a la lengua portuguesa es reducido, lo que obliga al público con inquietudes a leer traducciones francesas y castellanas de las obras escritas en una lengua que no conoce); parece más bien, el abismo que nos separa, herencia de la desconfianza, en defensa propia, que los portugueses siempre han tenido en referencia a la lengua española, lo que está patente en el largo e injusto olvido (intencional) en que han mantenido a su poesía barroca, de tintes netamente españolizantes. Sin embargo, los hispanoamericanos tampoco podemos eximirnos de culpa; el abandono ha sido mutuo; y tenemos nosotros la agravante de que es una ínfima minoría nuestra la que lee portugués; además de que usurpamos habitualmente el título de “latinoamericanos” olvidándonos del Brasil y de su literatura. Ésta, empero, merece los trabajos de apreciar una lengua; eso, considerando que las traducciones son escasas. He aquí una, conformando una pequeña antología de la poesía brasileña contemporánea.

....................................Hugo Estenssoro B.

[selección de textos]


Manuel Bandeira (Recife, 1886-1968)

Poética

Estoy harto del lirismo comedido
Del lirismo niño-bueno
Del lirismo funcionario público con libro de asistencia
.....libro de control de horas de oficina y manifestaciones
.....de aprecio al Sr. director

Estoy harto del lirismo que se para y va averiguar
.....la vigencia vernácula de un vocablo

Abajo los puristas

Todas las palabras sobre todo los barbarismos
.....universales
Todas las construcciones sobre todo las sintaxis
.....de excepción
Todos los ritmos sobre todo los innumerables

Estoy harto de lirismo enamorador
Político
Raquítico
Sifilítico
De todo lirismo que capitule a cualquier cosa
.....que no sea él mismo

Por otra parte no es lirismo
Será contabilidad tabla de cosenos secretario del amante ejemplar
.....con cien modelos de cartas
.....[y maneras de agradar a las mujeres, etc.

Antes prefiero el lirismo de los locos
El lirismo de los ebrios
El lirismo difícil y pungente de los ebrios
El lirismo de los clowns de Shakespeare

No quiero saber más del lirismo que no es liberación


Antología*

La vida
No vale la pena y el dolor de ser vivida.
Los cuerpos se entienden, pero las almas no.
Lo único que queda es tocar un tango argentino.
Pa’ Pasárgada me voy!
Que aquí yo no soy feliz.
Quiero olvidar todo:
—El dolor de ser hombre…
Esta insistencia infinita e vana
De poseer lo que me posee.
Quiero descansar.
Morir.
Morir de cuerpo y alma.
Completamente.
(Todas las mañanas el aeropuerto del frente
......me da lecciones de partir).
Cuando la Indeseada de las gentes llegue
Encontrará labrado el campo, la casa limpia,
La mesa puesta,
Con cada cosa en su lugar.


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* “Este poema es un centón. La palabra ‘centón’ nada tiene que ver con ‘ciento’ y viene del latín ‘cento, centonis’ que significa ‘colcha de retazos’. En español ‘centón’, en italiano ‘centone’, en francés ‘centon’, en inglés ‘cente’. Tuve la idea de construir un poema sólo con versos o pedazos de mis versos, de los más conocidos o marcados por mi sensibilidad, y que al mismo tiempo pudiera funcionar como un poema para un persona que nada conociese de mi poesía.” (Extracto de una carta del autor).



Jorge de Lima (Alagoas, 1895-Río de Janeiro, 1953)

Invención de Orfeo / CANTO VII, 1 (fragmento)


Ya terminado el canto de las islas
Lloré en esos eneros flagelados
Inundados de lluvias ondulantes
Y tan llenos de ocasos, golondrinas
Y de varios paisajes que cambiaban
Bajo el viento transido en el ramaje.

Era en los tiempos cuando imaginamos
Calmos sus días como sus alcores,
Unas hierbas naciendo, ríos yendo,
Y jardines en aguas transparentes
Naciendo rosas para carpas plomas,
Y en sus lianas pescados raros de iris.

Las lluvias, sí, las lluvias como pájaros
Bajaban y subían a las nubes
Y grandes lirios húmedos y hondos
Entreabiertos aún, continuados,
Cerrándose con alas de un insecto,
Submersos en la muerte del ocaso.

Y otros reinos nacidos en bonanzas
Con sus aires, y sus amplios océanos
Y montes escondidos en las olas
Y otras olas ocultas bajo el agua
De aquella superficie que era el vidrio
Del mirar de gentes simples absortas.



Cecilia Meireles (Río de Janeiro, 1901-1964)

Elegía


No lejos de tu sepultura,
Traída por el sueño humilde
Que provocó mi desventura,
Mal mano en tierra poner quise
Que extrañamente la retiro.
En este umbral de indiferencia
No puedo abrir la tenue rosa
Del más espiritual suspiro.
Yaces con la extraña, muda, inmensa
Amada eterna y tenebrosa
Que tus manos escogieron
Para tu convivio absoluto.
Así, me retraigo, segura
De que es pura felicidad
La tierra densa que te aprieta.
Por entre las piedras serenas
Desliza mi tímido luto
Con una inquieta lágrima, apenas,
—Ese humano dulce atributo.



Augusto Federico Schmidt (Río de Janeiro, 1906-1965)

Poema

No morir —ser cosechado por la muerte.
Cosechado, por estar maduro, para el silencio.
No morir —sino pender hacia la muerte,
Como los frutos que, tocados por el tiempo,
Se inclinan hacia el húmedo terruño.

No morir —más bien estar con la muerte amplia y serena
En los ojos, en el corazón y en el alma.
Estar para el Fin, como las moras de estación,
Como las moras del monte.

Sentir en sí la armonía de los últimos pasos
Y el consuelo de miradas que no quieren ver más.
Ser llevado por las manos de la muerte,
Y estar con la muerte en sí, como esperanza, como única esperanza


Soneto XLIX

¡Morir, Señor, de súbito no quiero!
Morir como quien parte lentamente
Viendo el mundo perderse poco a poco
Y con él las imágenes de ayer.

Morir sabiendo próxima e implacable
La hora de dejar el dulce efímero.
Morir, los ojos mirando hacia arriba
Hacia la Faz de Dios, pura y ardida.

Morir como quien vase despidiendo
Fijando los paisajes más antiguos
Los seres más lejanos, ya partidos.

¡Morir llevando el vivir ya vivido!
Morir maduro, y no cual fruto verde
Por violencia de la rama arrancado.



Carlos Drummond de Andrade (Minas Gerais, 1902-1987)

Los hombros soportan al mundo


Llega un tiempo en no se más: mi Dios.
Tiempo de absoluta depuración.
Tiempo en que no se dice más: mi amor.
Porque el amor resultó inútil.
Y los ojos no lloran.
Y las manos sólo tejen el rudo trabajo.
Y el corazón está seco.

En vano mujeres golpean tu puerta, no abrirás.
Te quedaste solo, la luz se apagó,
pero en la sombra tus ojos brillan enormes.
Eres todo certeza, ya no sabes sufrir.
Y nada esperas de tus amigos.

Poco importa que venga la vejez, ¿qué es la vejez?
Tus hombros soportan el mundo
y él no pesa más que la mano de un niño.
Las guerras, hambrunas, las discusiones en los edificios
prueban apenas que la vida continúa
y que no todos se liberaron aún.
Algunos, hallando bárbaro el espectáculo,
preferirían (los delicados) morir.
Llegó un tiempo en que es inútil morir.
Llegó un tiempo en que la vida una orden.
La vida apenas, sin mistificación.




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ESTENSSORO B. Hugo (comp., sel. y trad.), Antología de la poesía brasileña contemporánea, Secretaría de Educación Pública (SEP), Cuadernos de lectura popular, Serie: “La honda del espíritu”; México: 1967. 64 pp.

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