sábado, 7 de marzo de 2009

otredades \ Ángel-Rafael Nungaray


[sobre el autor]

(Yahualica, Jalisco; 1968). Es autor de los poemarios Estaciones de la noche (2002); En el vacío de la luz (2002); Morada ulterior (2004) y Plexilio (2008). Está incluido en Poesía viva de Jalisco (2004); Muestrario de letras en Jalisco (2005); Los mejores poemas mexicanos (2006); Mapa poético de México (2008) y Animales distintos (2008). Actualmente es becario del Conaculta en el Programa de Estímulos a la Creación y al Desarrollo Artístico del Estado de Jalisco.


[poética]

La escritura se abre
Como un cauce,
Se va desplegando
Entre la página
De la visión.

La escritura se cierra como un ojo.

Los ciegos indicios del verso
No proporcionan claves,
La ruta se borra.
El extravío es la única
Certeza
;
La sed de la escritura
Es la fuente.


[selección poética]

El cristal de la presencia

1

Cesa Dios en el organismo.

La blancura de esa ausencia
es paz en las raíces,
fructificación de los esquemas
del abandono.

Cesa el organismo,
como un cauce saturado,
como la lejanía en las entrañas
de estrellas próximas.

Cesa lo corpóreo de la palabra
en el flujo imperceptible de Dios.

(Cesa el cauce: cesa Dios,
como la maduración en la fertilidad
de los desiertos.)

Cunden las raíces en la transparencia
hasta donde la cima del fruto no alcanza.


2

...................Un signo somos, indescifrable.

...................HÖLDERLIN

Canto del límite,
del inerte signo
el signo vaciando los cantos
de la cristalina presencia
en los cercanos lindes.

......................Alba limitada
en la penumbra de un dios
que escala el seno apacible
de la caída.

...................Alba del canto:
Dios y sus lindes.
En el remanso infranqueable
está el cristal de la presencia.


3

(Nazco en el incendio.)

El ser fructifica sus esquemas;
el espíritu habita en el germen de la llama.

(Nacer(se) fuego.)

El fulgor es el sentido interno de Dios;
la opacidad, el sentido externo.

Dios adolece de Dios
en su cercanía con el hombre.

Dios se ciega de Dios,
se ciega del hombre,
se ciega del cristal que emana.

Su ausencia se desplaza como el ave de la pavesa
en el fuego de la materia.

El ser permanece alrededor de esa refulgencia.

Cuando Dios madura en el hombre
éste cae en el incendio.

En la lejanía el hombre se reconoce fuego,
en su proximidad con la unidad.

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