jueves, 16 de julio de 2009

Christian Peña



La poesía es un acto de honestidad
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............Por: Enrique Hidalgo Mellanes*

Christian Peña (Ciudad de México, 1985). Fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas durante los periodos 2005-2006 y 2006-2007. Es autor de los libros De todos lados las voces (UACM, Premio Nacional de Poetas Jóvenes Jaime Reyes 2008) y El síndrome de Tourette (Premio Nacional de Poesía Amado Nervo 2009). Con motivo a la presentación de su libro Lengua Paterna (Ediciones Sin Nombre), en la Casa Refugio Citlaltépetl, Ciudad de México, concedió esta entrevista.

El poeta

Por favor, platícame, ¿qué hay en la vida o en los misterios de la vida como para que te guíen hacia el encuentro con la poesía?

No recuerdo el momento preciso en que comencé a escribir poesía. Pero lo agradezco. Recuerdo, eso sí, en qué momento comencé a leer. Desde niño he sido muy nervioso, y la lectura me ha brindado un lugar donde puedo emparentar los miedos, un sitio donde puedo hermanarme con otros. Gracias a la poesía “aprendo a hacerme el que soy”, parafraseando a Píndaro.

Creo que el encuentro con la poesía sucede a diario, es decir, no es algo que termine de descubrirse. Al final, pasa aquello que dice el poema de Kavafis: “Ítaca te regaló un hermoso viaje”. Finalmente, Ítaca sólo existe porque has partido y vuelto a ahí. La poesía, entonces, no es el destino, sino el viaje.

¿Cómo te construyes, cómo y con qué decides formarte como poeta?

Creo que uno se construye gracias a los otros. Debo mi formación como poeta a los poetas que leo, pero también a aquellos que, tal vez no muy cercanos o incluso ajenos a la palabra, son en mi vida. Construyo mi poesía con la mano que tiendo para que otro la estreche.

Pienso que el poema es fruto de la memoria; una memoria que convive con la invención. Cuando Homero, al describir a Héctor en la Ilíada, asegura que “en el pecho el pensar es intrépido”, creo que plantea una definición del oficio poético: un trabajo de sangre y nervios, un nudo entre el corazón y el cerebro.

¿Qué poetas te gusta leer? ¿Quiénes son revelaciones para ti?

Leo a poetas de mi tradición, de una tradición personal y, si se quiere, cuestionable como todo lo íntimo. Hesíodo, Celan, Homero, López Velarde, Vallejo, San Juan de la Cruz, Gómez Jattin, Pessoa, Bonifaz Nuño, Ovidio, Blaga, Píndaro, Villaurrutia, Bachmann, Paz y Abigael Bohórquez son autores a los que vuelvo constantemente. Pueden no coincidir en tiempo ni espacio, pero coinciden conmigo y yo con ellos. Cada uno de ellos, y muchos más que seguramente se me escapan, son una revelación.

La revelación poética

Tú eres merecedor de varios premios de poesía, ¿cómo escribiste los poemarios galardonados?

Son sólo dos los premios de poesía que he ganado. El año pasado obtuve el Premio Nacional de Poetas Jóvenes Jaime Reyes, por un libro titulado De todos lados las voces, que próximamente será publicado por la UACM. Y hace unos meses me concedieron el Premio Nacional de Poesía Amado Nervo por El síndrome de Tourette.

Los libros los escribí porque era necesario; fueron surgiendo de manera natural. No tengo un método para escribir, sólo se me ocurre o me asalta un tema. Son libros muy distintos, De todos lados las voces es un libro de poemas breves, mientras que El síndrome de Tourette está conformado únicamente por tres poemas de largo aliento. Ambos coinciden, creo, en temas como la enfermedad y el desconocimiento; en ambos está presente el tono biográfico y el pasmo; son voces que buscan fisuras en la realidad. Si, como dice Paz, “conversar es humano”, estos son libros que pretenden entablar un diálogo cara a cara con el lector.

El poeta colombiano Raúl Gómez Jattin dice: “Ser poeta es más que un destino literario”. La poesía es un acto de honestidad. Entonces no creo en los autores que escriben libros únicamente con la finalidad de ganar premios o hacerse una carrera literaria. Resulta vergonzoso tomarle el pelo al lector, es la peor falta de respeto, un hombre se rebaja cuando recurre a esta clase de trampas.

¿Cuál fue tu experiencia en la Fundación para las Letras Mexicanas?

Tuve la beca de la FLM durante dos años. Yo contaba con 20 años de edad cuando entré a la Fundación. Fue una experiencia de la que aprendí mucho, y a la que debo el haber conocido a varios escritores y amigos valiosos. Nuestro tutor era Antonio Deltoro y cada sesión con él y los otros poetas, enriquecía el oficio de todos. También durante la beca trabajé mi primer libro, Lengua Paterna.

¿Cuáles son las venas principales de tu poemario Lengua paterna?

Es un libro conformado por tres poemas de largo aliento (Muerte de Paul Celan, Ornitofobia y Del mar y de la herida) y una sección (Lengua Paterna) de poemas que giran en torno al padre y que dan nombre al libro.

Sin embargo, no es el padre el tema principal del libro, sino esa otra lengua que uno aprende, no la que nos enseñaron desde que nacimos, sino la que empezamos a hablar a través de hallazgos y recuerdos, la que vamos armando con palabras personalísimas y que deseamos compartir con otros. De este modo, con esta lengua, puedo dialogar con Paul Celan antes de arrojarse al Sena; reflexionar sobre mi fobia hacia los pájaros; narrar la historia de mis abuelos, a quienes no conocí, en una playa que nunca he visto… Puedo hablar en una lengua que, espero, me acerque con los hombres, que me permita decir: “me complace saber que lo que digo es cierto, aunque no exista”. Es una bitácora escrita en una lengua aprendida a base de fracasos, una lengua paterna al alcance de todos.
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