jueves, 18 de septiembre de 2008

"Aves": Joaquín "Quincho" Vásquez Aguilar


Joaquín Vásquez Aguilar. (Foto: Literatura Inba)

Por fin conocí el DF hace unos meses. Un largo deseo, casi rancio, de mi juventud entorpecida. No se dio una entrada triunfal como normalmente sucede. No hubo un recibimiento de parte de las masas y masas de aficionados a mi persona. Sin parafernalias. Y fue extraño, porque en la versión que de este viaje mis sueños ofrecían, yo era recibido con gozo enorme, con júbilo por parte de la grey.

De ese viaje agradezco a Balam Rodrigo por recibirme en su casa, a Fernando Trejo por la misma situación, ya que su familia fue generosa en recibirme, lo que no termino de agradecer todavía. Fue también gracias a Fernando que conocí las librerías, las enormes librerías que resultan paraíso de polvo y hojas y literatura. Cosas que tenemos en común los aficionados a estas cosas y que pisamos por vez primera esa tierra: lugar interminable para los ojos y el deseo. En fin, entre las curiosidades me topé (que compré sin pensarlo demasiado) con el libro Vértebras, editado por el Fondo de Cultura Económica en 1982, en la colección "Letras mexicanas", libro de difícil acceso dado que no ha sido reeditado y los ejemplares están prácticamente agotados (o enbodegados, en su defecto) del cual ahora extraigo un fragmento, de los que más me gustan de este autor, cuya obra no ha sido valorada del todo (como suele suceder con muchos autores de provincia) y que por cierto nació en Chiapas, en Cabeza de Toro, municipio de Tonalá, en la zona costera del Estado: Joaquín "Quincho" Vásquez Aguilar.

Fue en los primeros días de enero de 1994 (lo que remite a su vez al arranque del movimiento del EZLN) cuando falleció en soledad, para ser descubierto únicamente en el momento en que su cuerpo se encontraba en estado de descomposición. (Pero antes una nota: apunto esto en base a lo que tanto he escuchado sobre su persona, ya que por estos lares tuxtlecos "Quincho" —como le llamaban de cariño— es un personaje mítico, que bebía incansable en un bar del centro, "El Garabato").

Y bien, para no extenderme más, retomando lo que ciertos teóricos afirman sobre obras y autores (que el autor y el texto deben analizarse separadamente), abro tardíamente esta sección que decidimos llamar "El jardín oculto", donde colgaremos poemas de autores cuya obra no ha sido difundida, para desenterrarlos, para actualizar sus textos a través de la lectura, en todo caso —y esto es una cuestión implícita— para rendir un homenaje más a su tarea.


Aves

I

tuvo su grieta
su república hinchada
tuvo ese uniformado diente hincado como un fusilamiento
exactamente allí en el lado izquierdo
del mundo
en el lado en que se ama y se odia y se pelea y se enloquece
allí donde brinca la pena como un sapo enfermo
donde la rabia roe como un topo infinito
tuvo también allí su novia
su familia
y todo lo que se quema y se congela allí lo tuvo

pero para qué
para qué
digo para qué escribir sus memorias
si no vale la pena


II

cómo
me mira
cómo
la miro lleno, rodeado del mundo
sustraído del mundo en esta hora delimitada
por la delicia de estar entre la hierba
de sus ojos
en esta hora
delimitada por la luz del sol que se detuvo en el poniente
aliándoseme para poder mirarla a gusto
sin prisa
ni las campanas
ni la ciudad diversa
únicamente el aire suena como un sueño mullido
cómo me mira
cómo
me mira
la miro
y la nube solitaria
las aves
lejanas
las alegres aves
cómo las oigo volar
cómo se mueven y juegan por los tejados y las azoteas
las aves
de mis campos
de mis edades párvulas
cómo revolotean en mi sangre de ahora
en esta hora
suspendida en la nube solitaria de la ventana
mis aves
lejanas
cómo
la llenan de atmósfera
la rodean
cómo
la transportan a mis queridos campos
bajo mis árboles ya maduros
entre la hojarasca
cómo
camina
hacia mí desde sus ojos quietos
cómo
se está quieta en su sitio
cerca de la ventana
frente al maestro que agota la charla sobre el capitalismo


III

las aves no deciden el aire
no tienen ganas de llorar
las aves
guardan su distancia
al volar
cuando parten
cuando vuelven
porque las aves vuelven
las aves
van y vienen
las aves
no te miran caer abruptamente
no comentan
ni saben la noticia


IV

cómo le gustaban los polvorones de las cinco de la mañana
cómo le gustaban las cinco de la mañana
cuando los pájaros están a punto de abandonar la noche
los polvorones que se deshacían en la taza de café
cómo le gustaba el sombrero de su hermano mayor
cómo le gustaba acompañarlo a cuidar la milpa
diariamente
cómo le gustaban los pájaros poblando el aire de la mañana


V

ella
se detiene a conversar conmigo
en la banqueta
pasan los carros con su ruido
pasan
los segundos
con su ruido
ella me habla con plumas
me dice el mundo
ella
tiene el vestido lleno de nidos
la calle se puebla de aves cuando pasa
los carros no son más que vaivén de alas
cuando pasa
ella
me deja un hasta luego que me revolotea


VI

él vio sentada a la abuela a media calle
en su silla de madera
igual que en la vieja fotografía
majestuosa
pero desafiante
pero mirándolo con esa sonrisa sensual
como una quinceañera impúdica
enmedio de la calle
la abuela
inflaba y desinflaba su viento redondo
como una mano / como un sol /
como un seno único en sístole y diástole
el viento terrible rozándolo
la sensualidad terrible
la abuela terrible soy tuya
tómame
porque tú no me olvidas
toma mis huesos
la abuela
y el sobresalto y el día sin aves


VII

él no tuvo más las pesadillas con la abuela
ni recordó más los pájaros de la mañana
ella creció por la pendiente del cosmético
y cambió en sus ojos las aves por los escaparates
él se integró al aire para siempre
a lo largo de su república agrietada
y fue testigo y corazón y ala inconclusa
ella subió a su casta por el hueco de la chimenea
él no bajó de su montaña


VÁSQUEZ AGUILAR, Joaquín, Vértebras, Fondo de Cultura Económica; México: 1982. 93-102 pp.

2 comentarios:

Eduardo Hidalgo dijo...

¿Merecido el olvido? El hecho de que no conozcan a Joaquín en otro lado no quiere decir que su obra esté olvidada.

E. H.

PD
Fabián y los timoratos y/o arrogantes: no enviaron nada para lo del sábado! Van a leer? por cierto, el café Son ya tiene blog.

Fabián Rivera dijo...

bueno, sí, me apasioné un poco. jé.
disculpa si no te envié la info.

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