domingo, 2 de noviembre de 2008

Día de obituario

Ayer por la tarde me dediqué a sacar toda la basura de mi cuarto. Me quedé con sólo lo indispensable: la cama, los libros, unas cuantas fotos, mis zapatos y los pantalones de siempre, los cuales alcanzan la breve suma de tres piezas. Alguna vez confesé que comprar pantalones resultaba para mí un martirio: descubrir que la cerveza, aun con medida, deja una huella considerable, que se nota en mi número de talla: (32-34... n tallas).

Llevaba un rato sin saber de mamá. Comimos una vez llegada del trabajo. Al terminar, subí a mi cuarto para concluir mis quehaceres voluntarios —sí, voluntarios, aunque Ud. no lo crea— y la última palabra que crucé con ella fue "gracias". Trabado en mis ocupaciones, alcancé a escuchar el ruido metálico de la puerta que se abría y se cerraba. Sospeché que algo traía entre manos, que probablemente me daría el regalo que me quedó a deber semanas antes por mi cumple.

Pero ella regresó con la vecina, quien sostenía un sahumerio crepitante, hecho una verdadera fumarola, lo que daba la impresión de que en realidad lo que ella llevaba en las manos era el vivo fuego, hecha toda una domadora de humo, cual si fuera un animal en celo. Recordé entonces la fecha: Primero de noviembre. Y junto a la vecina, el humo, el olor del estoraque —o copal, según sea el caso— el recuerdo de los niños gritando "¡Calabacita tía!", pidiendo con ansiedad dulces y frutas para acallar sus almas.

Mi abuela me decía lo mismo: que ellos son los enviados de las "almitas" de los niños que bajan a visitarnos a la tierra en ese día. El 2 de noviembre se reserva para los adultos, a quienes se les ofrenda lo que les haya gustado durante su vida, se les deja un vaso de agua, de trago, cigarros, y otras cosas.

Sé de un libro que describe perfectamente cuál es la relación de la muerte y el pueblo chiapaneco, el culto que se le profesa a través de la figura de un santo: San Pascualito Rey y el culto a la muerte en Chiapas, de Carlos Navarrete. Si alguien tiene ese libro, rólelo. Es un libro bastante raro, difícil de conseguir, pero, al tenerlo alguna vez en mano, pude percatarme de la profundidad del estudio y la comprensión de los valores que nos identifican como pueblo chiapaneco, tan plural y enclavado entre México y Centroamérica, emparentado con ambas tradiciones y raíces.

Lo único que nos queda por hacer, arbitrariamente, es escoger algunos poemas para celebrar este día, porque estamos vivos y porque la Muerte, aunque en vigilia permanente, puede darse el lujo de bajar a bailar un rato con nosotros.


Cenizas

La memoria se puebla de fantasmas.
La crin de todos los espejos se revienta.

Cerca de aquí,
pero no en el centro de la vida,
nace la lluvia sobre zaguanes y azoteas.

Los grillos recita
poemas de increíble blancura.

Cierro los ojos.

Cuando pienso en la abuela
recuerdo las manzanas.
Cuando pienso en la abuela toco gardenias,
aborrezco la llama de los cirios, las agujas.

Sucede que a veces ya no bastan las palabras.

Cerca de aquí,
pero no en el centro de la vida,
los grillos señalan
el final de la lluvia y la ceniza.

Abro los ojos:
más allá,
del otro lado de las aguas,
una mujer resguarda
las cosas y los nombres.

..........Mario Alberto Bautista, Las cosas y los nombres


Elegía

Nunca, como a tu lado, fui de piedra.

Y yo que me soñaba nube, agua,
aire sobre la hoja,
fuego de mil cambiantes llamaradas,
sólo supe yacer,
pesar, que es lo que saber hacer la piedra
alrededor del cuello del ahogado.

..........Rosario Castellanos, Poesía de Chiapas, No. 7


Elegía

No lejos de tu sepultura,
Traída por el sueño humilde
Que provocó mi desventura,
Mal mano en tierra poner quise
Que extrañamente la retiro.
En este umbral de indiferencia
No puedo abrir la tenue rosa
Del más espiritual suspiro.
Yaces con la extraña, muda, inmensa
Amada eterna y tenebrosa
Que tus manos escogieron
Para tu convivio absoluto.
Así, me retraigo, segura
De que es pura felicidad
La tierra densa que te aprieta.
Por entre las piedras serenas
Desliza mi tímido luto
Con una inquieta lágrima, apenas,
—Ese humano dulce atributo.

..........Cecilia Meireles, Antología de la poesía brasileña contemporánea


Oscuridades (I)

aglutinado
reunido en pedazos que se disputan mi nombre
alhelí ahogado en su luz, cercado de torrencial oscuridad
me siento pertenecer
a los que habitaron un día los caminos
sus casas, por no decir más
y me respiro un instante para descansar
porque esta inmensidad que pueblo no es mi casa
¡dios mío!
no es mi casa

..........Joaquín Vásquez Aguilar, La rueda tropezando


Dos poemas

***

Y es que uno dice adiós...
y se come un puñado de vida para siempre.


***

A través del adiós, filtro de ausencias,
me dibujo este cuerpo devanado,
rayo de sombra, luminoso hielo,
sangre que late sobre los instantes.
Me dibujo este cuerpo a puño firme,
el calcio que sostiene cada pena,
el eco masticado entre mis dientes
como vieja canción de nuevo encinta.
A través del adiós me desdibujo,
me deshago, me reghago, me redigo;
me estoy quedando aquí, en cada cosa,
mi cuerpo está colgando de la vida
"y escucho con mis ojos a los muertos".

..........Roberto López Moreno, De saurios, itinerarios y adioses


Fin

En medio del terror y de la sospecha,
con la mente agitada y los ojos asustados,
buscamos soluciones y planeamos qué hacer
para escapar de la segura
amenaza que tan espantosamente nos acecha.
Y sin embargo nos equivocamos, ese no es nuestro camino;
las noticias eran falsas
(o no escuchamos, no comprendimos bien).
Otro desastre, otro que nunca habíamos pensado,
súbita, tempestuosamente cae sobre nosotros,
y sin darnos tiempo —sin prepararnos— nos arrebata.

..........Konstantino Kavafis, 56 poemas

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