viernes, 14 de agosto de 2009

El cuarto o la puerta o la rendija de la puerta


Por Claudia Morales


“Cuaderno invertebrado” y “Bestiario del perro” son dos títulos animalizados, lo que me hizo pensar en ellos como libros intrínsicamente vitales y animados. La importancia del libro como objeto, de poemarios que se estructuren a sí mismos se devela en el “bestiario del perro” y “cuaderno invertebrado” con títulos coloridamente zootécnicos.
Pienso al hablar de dos poetas jóvenes en cuál es la esencia de un poema bien logrado, o de qué mágica sustancia está constituido un buen poeta. Estoy casi convencida de que junto a la vocación, el talento, la inquietud por percibir al mundo y comunicarlo, debe existir en un poeta un exceso de generosidad, ser capaces de compartir imágenes íntimas, sentimientos bochornosos y todas sus emociones intestinas, y hacerlas parte de los lectores. Un poeta nos hace parte de sus inquietudes tanto filosóficas como viscerales. Estos libros, los libros incómodos como cualquier animal exótico, sirven para abrir una grieta en la coherencia del mundo. En el cuarto o la puerta o la rendija de la puerta, parafraseando a Fernando. Pienso en una imagen presente en “cuaderno invertebrado” que invita a observar en medio de los paréntesis de una hoja, imagen que me ayudó a concluir que un poema es una rendija, una grieta, o una cerradura a través de la cual se nos reta a observar.



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